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El manuscrito de Marcos y el avispero

colegio teologico wesleyano

Hace unas semanas trascendió por los medios de difusión pública el alegado descubrimiento de un manuscrito del siglo I del Evangelio de Marcos. Pero la verdad que la noticia ni es nueva ni es noticia.

En el 2012 dos autores evangélicos anunciaron el alegado descubrimiento de un manuscrito del Evangelio de Marcos que data del siglo I. El anuncio sólo causó revuelo entre especialistas y prácticamente pasó desapercibido por los medios de comunicación. El 18 de enero de 2015 el portal de noticias científicas Livescience informó sobre el mismo descubrimiento. La noticia se basaba en una entrevista con Craig Evans, otro autor y académico evangélico, donde éste explica las circunstancias del descubrimiento. Puede leer el artículo de Livescience aquí . En esta ocasión es que la noticia se difundió a través de los medios de comunicación y ha generado considerable controversia.

Antes de proseguir debemos aclarar lo siguiente. En general, en las universidades y muchos seminarios se enseña que después de la muerte de Jesús, alrededor del año 33, sus seguidores difundieron sus enseñanzas de forma oral y en el proceso las cambiaron, ajustaron y hasta deformaron según sus intereses. La idea prevaleciente es que existe un abismo entre quién realmente fue Jesús y qué enseñó y lo que dice el Nuevo Testamento. Para quienes comparten estas creencias los libros del Nuevo Testamento se escribieron en general tarde en el siglo I. Por ejemplo, bajo este enfoque Mateo no escribió el Evangelio que lleva su nombre sino que fue escrito dentro de una comunidad de la segunda generación de cristianos judíos después del año 75 en Siria. Estas teorías académicas se basan en parte en el interés secular de divorciar el NT de la persona de Jesús, en darle espacio a las explicaciones sociológicas y naturalistas sobre el origen del cristianismo y sus creencias y en la negación de lo sobrenatural (por ejemplo, las predicciones sobre la destrucción del Templo de Herodes se interpretan como escritas después de que eso ocurrió en el año 70). En oposición, muchos estudiosos cristianos le asignan fechas más tempranas a los escritos del Nuevo Testamento e identifican al Jesús de los evangelios como el Jesús de la historia.

Por lo dicho, si se encontrara un manuscrito del Nuevo Testamento que con razonable certeza pueda ser fechado como del siglo I, ese descubrimiento podría o no poner en dificultades algunas de esas teorías, que hoy día son tenidas por dogmas en el ambiente académico secular. Esa es la razón por la que el descubrimiento de un manuscrito del Nuevo Testamento que alegadamente es del siglo I es tan controversial.

Pero en este caso, la controversia es un natimuerto. Las personas que han hablado sobre la existencia del manuscrito del siglo I del Evangelio de Marcos no lo han visto, ni saben nada más allá de cierta información que “se filtró” de su “descubrimiento” en el 2012. El supuesto manuscrito no ha sido publicado ni se han hecho públicas las evaluaciones paleográficas a que fue sometido para determinar su fecha. Tampoco se ha indicado si el manuscrito fue sometido a pruebas comparativas de Carbono -14 con el mismo propósito.

Esto presenta dos problemas. El primero ya está ocurriendo. Muchos usan esta noticia del manuscrito “descubierto” pero sin descubrir como evidencia de la falta de seriedad académica de “los religiosos” que por razones “apologéticas” (en sentido peyorativo) quieren defender una fecha temprana para la composición del NT. En segundo lugar, supongamos que el manuscrito existe y que las pruebas determinan que fue compuesto entre el 100 y 120 después de Cristo. Eso convertiría a ese manuscrito de Marcos en el manuscrito más antiguo del Nuevo Testamento que poseemos. Hasta ahora ese honor le ha correspondido al Papiro 52 (de la Biblioteca John Rylands), un fragmento del Evangelio de Juan, que se estima fue hecho en o alrededor del 125-150 después de Cristo. En esta situación hipotética, el impacto del descubrimiento se vería en cierta medida eclipsado por estos anuncios pues a fin de cuentas no sería un manuscrito del siglo I y los autores evangélicos que lo citaron no quedarán muy bien.

Desde un punto de vista académico, ante la ausencia del manuscrito y de evaluaciones sobre el mismo, la actitud de Larry Hurtado-un estudioso de los orígenes del cristianismo- al asunto es seguramente la más acertada para todo creyente evangélico, “sin información no hay nada que opinar” (“No data, no opinion”). Puede leer la reacción de Hurtado a las noticias del manuscrito aquí.

No es saludable revolcar avisperos.

FG

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